Miércoles, 16 de julio de 2014
Clic.
La luz roja intermitente de la cámara indicaba que se disponía a grabar todo lo que sucediera delante de la misma durante el tiempo que fuera necesario.
Se miran exhaustos el uno al otro. Tras un suspiro, el silencio de la mañana se quebró.
-¡Hola a todos, yo soy Germán!
-¡Hola, yo soy Nana!
-Y estamos un miércoles más en el noticiaro friki de la semana.
La tapadera se había convertido ya en una rutina fácil de llevar en temas tan recurrentes a la par que polémicos. Hacer vídeos para Internet no conlleva el éxito, pero estaban en ello.
Desde un primer momento, se prometieron que aquello no sería más que algo secundario, pero cuando se implican a personas todo es más complicado. Siempre están los tópicos de que en Internet no debes mostrar tu vida privada más de lo necesario, pero al alcanzar cierto prestigio, es algo inevitable. Los seguidores buscan más, quieren saber todo lo posible de sus ídolos, y, dependiendo de la fuerza de voluntad de cada uno, llegan a ceder en un momento u otro.
Sin embargo, esto no es posible para ellos. No para Germán y Nana. No pueden implicar al mundo, ni mucho menos a personas que los aprecian desde el casi anonimato. Porque no dejan de ser eso: vidas inocentes. Y las suyas, ya no había quien las salve.
Germán se levanta, y apaga la cámara. Se dirige a la cocina con la parsimonia de alguien a quien ya no le quedan apenas fuerzas ni razones para nada, y trae café. Bebe, y deja que el líquido le abrase la garganta, pero no es suficiente para calmar el dolor interno. Entonces se dirige a ella.
-Nos quedan aún por grabar dos vídeos más.
Nana está acurrucada en un sillón de cara a la ventana. Su expresión es de completo y absoluto vacío. Como alguien que siente que todo lo que le queda por ver no le vaya sorprender, y todo lo que a la gente le queda por decirle ya lo ha oído por lo menos dos veces. Tiene un mechón tapándole el ojo derecho, pero ni siquiera parece haberse dado cuenta. Apenas siente existir.
Germán la mira. Los nudos en la garganta se desataron hace tiempo cuando aceptaron las consecuencias que llevaría todo esto. No se permitirían derrumbarse en ningún momento, aunque parecía que eran ruinas todo lo que les quedaba por dentro.
Le sirve más café, y la rodea con una manta como puede con el brazo que le queda sano. Los dos se hunden en el calor de un abrazo.
Nana lanza al aire un sollozo sordo, en el que se distinguen palabras de súplica a quién sabe qué. Lucha por retener todos sus miedos en una opresión en el pecho que la taladra interiormente. Respira con dificultad.
-Lo siento, Germán.
Él le acerca un pañuelo.
-Que llores sólo significa que sigues viva. Y eso es bueno, ¿no?
Ella hace un amago de sonrisa, asiente y cierra los ojos.
-Todo va a estar bien, Nana.- miente.
Ella ya hacía tiempo que se tomaba sus promesas como mentiras, y él ni siquiera tenía fe en sí mismo. No hay nada peor que la falsa esperanza. El problema es que es lo único que queda cuando ya ni siquiera te tienes a ti mismo.
Hoy hace un año.
Martes, 16 de julio de 2013
-¿Estás segura?
Nana asiente con convicción.
-Germán, no tenemos otra alternativa. Lo mejor para no ser descubiertos es unirnos a ellos.
-También puede que ya lo hayan hecho, y estemos metiéndonos nosotros solitos en la boca del lobo. No podemos exponernos así al mundo.
Ella había pensado en ello mil veces. Se retuerce entre la suavidad de sus pantalones camuflaje color caqui, y se esconde en un cojín de rayas que tiene a su derecha para querer olvidarse del mundo durante un segundo. Su pelo naranja entona con el ambiente cálido de la habitación, y contrasta ligeramente con el sofá azul.
Germán suspira.
-No nos queda otra, ya lo sé… Venga, a ver si conseguimos hacerlo a la primera, como en los ensayos.
Nana se incorpora, y se sientan cada uno en su lado respectivo del sofá.
Clic.
-¡Hola a todos, yo soy Nana!
-Hola, yo soy Germán.
-Estamos en Rager Coffee, y hoy vamos a hablar de nuestro top cinco de cada uno de nuestras películas de terror favoritas.
Germán la observa mientras pronuncia su frase. ¿Cómo habían podido llegar hasta aquí? En menos de cinco segundos, un sinfín de pensamientos esporádicos bombardean su cabeza recapitulando todo lo sucedido meses atrás.
Uno.
Todo empezó con una carrera común, seguido del descubrimiento de gustos comunes. A partir de ahí fue fácil.
Viajes, fiestas, películas, videojuegos, bromas, proyectos. Todo juntos. Éramos amigos, y lo seguimos siendo. Después tantos años, y a pesar de todo.
Sí, se podría decir que todo comenzó cuando nos conocimos. Hemos sido lo mejor y lo peor que nos ha podido pasar. Pero al menos estamos juntos en esto.
Más exactamente, esta inquietud dio comienzo cuando decidimos aceptar un trabajo juntos. Sin información apenas, bien pagado, y en la esquina de un periódico. El típico tópico.
El logo de Youtube asomaba en uno de los laterales.
El logo de Youtube asomaba en uno de los laterales.
Quién se imaginaría todo esto.
Dos.
Dentro de lo que cabe, es gracioso la de veces que hemos bromeado con hacernos un canal en Youtube para hablar de lo que nos gusta, y que jamás lo hayamos ni siquiera intentando. Y ahora, fíjate todo lo que ha hecho falta para que al fin nos decidamos.
Pero no debemos olvidar que es sólo una tapadera. Esto es un disfraz para sobrevivir. Tal y como lo dijo Nana: “Lo mejor para no ser descubiertos es unirnos a ellos.”
A ellos. A Youtube.
Tres.
Suena tan irreal pensar que una plataforma de Internet nos persiga... Lo que más te mata es la incertidumbre de quién es quién; no saber si saben quién eres; desconfiar de cada persona con la que te cruzas por la calle.
Podrían estar vigilándonos en este mismo momento.
Podrían estar detrás del sofá.
Podría aparecer un punto rojo dirigido a mi lado izquierdo del pecho, y pum. Se acabó.
En menos de un segundo.
Podrían estar vigilándonos en este mismo momento.
Podrían estar detrás del sofá.
Podría aparecer un punto rojo dirigido a mi lado izquierdo del pecho, y pum. Se acabó.
En menos de un segundo.
Cuatro.
Pero no. Eso no puede suceder. Necesitan información que sólo nosotros poseemos. ¿Qué otra razón tendrían para perseguirnos así? Después de todo, no dejamos de ser personas ‘normales’, dentro de lo que cabe. Aunque tengamos en nuestro poder una de las principales páginas de Internet.
No es que sea nuestra exactamente, pero poseemos un acceso a ella que nadie más tiene. Y eso es lo que codician.
El problema está en que no es nada material. Todo está destruido y memorizado en nuestra mente al más puro estilo de película de acción. Por eso no pueden matarnos. No todavía.
Pero esto es la vida real, y superamos con creces a la ficción.
Cinco.
¿Quién sabe a qué llegarían quiénes para obtener tal información? ¿Qué clases de torturas? ¿Medievales o contemporáneas? ¿Harían uso en un principio de diálogo?
Nosotros de momento nos encontramos en la boca del lobo mismo. Quizás sea verdad eso de que mientras más a la vista está algo, se encuentra con más dificultad. Somos millones de usuarios. Si no tienen pruebas, estamos a salvo de momento.
Pero, ¿cuánto aguantaremos? Un día, un mes, un año… ¿Un segundo?
-Germán… ¡Germán! Que te toca ya. Despierta.
La cámara seguía ahí, con la luz roja parpadeando, como anunciando que ya no había vuelta atrás, vigilándolos. Metiéndose de lleno en territorio enemigo.
Pero están juntos.
Lunes, 7 de julio de 2014
Casi oscuridad. La luz de neón fluorescente le permite distinguir a Germán un cuerpo junto al suyo. El suelo de metal le entumece la espalda. Intenta incorporarse, y nota entonces una punzada de dolor intenso en el brazo izquierdo. Gime, y lo aprieta contra sí.
-¡Mierda!
Su voz retumba haciendo de ella un eco que le indica que no se encuentran en un espacio de más de tres metros cuadrados.
-Podríamos haber parado desde un primer momento. No deberíamos haber aceptado. No. ¡No!
Golpea la pared con el puño derecho.
-Germán… Para….
Él hace amago de levantarse, pero tiene las piernas dormidas, y vuelve a caer golpeándose la cabeza.
-¡Joder!
Nana ni siquiera se mueve.
-Nos tienen, Germán…
Su voz se quiebra y ni siquiera llega al susurro.
Al fin consigue levantarse, y palpa la pared en busca de algún interruptor. Con esa luz apenas distingue la silueta de Nana.
Nota bajo su mano lo que parece ser una palanca, seguramente un dosificador de luz. Lo acciona, y vuelve a sentir que las piernas le flaquean.
Se encuentran en una especie de búnker, con una puerta cerrada como única vía de escape, y ni siquiera ventilación. Nana está tirada en el suelo con la misma ropa del día anterior, pero eso no es ni de lejos lo peor.
Delante de ellos, hay un trípode con una cámara, un foco, y dos sillas plegables apoyadas en la pared. Y, en una esquina, dos tazas de café.
-¿Qué clase de broma es ésta?
Nana lo mira. Le ciega la luz, pero echa un vistazo a su alrededor. Comienza a moverse, y nota algo en la palma de su mano.
Le habían atado un pedazo de papel.
Germán y Nana:
Vemos que os gusta Youtube, por lo que parece.
Esperamos que esto no sea un contratiempo para vuestro canal,
ni que vosotros lo seáis para nosotros.
Tenéis todo lo necesario para continuar el programa de hoy.
No querréis que nadie sospeche que ocurre nada extraño, ¿no?
Sabéis lo que queremos, y sabemos quiénes sois.
Esto es sólo un primer aviso.
Saldréis de aquí cuando grabéis.
Os estamos observando.
PD: Las tazas son sólo atrezzo, no os lo toméis a mal.
Van más acorde que el café en cuanto al tema del que queréis hablar.
Los dos se miran. Recuerdan por un momento que el tema de ese día era de Creepypastas. Lo harían sobre las distintas teorías sobre la incógnita de qué hay después de la muerte. Germán camina hacia las tazas y coge una. Derrama en el proceso una gota del líquido espeso rojizo, casi negro, que alberga. Cae, y se extiende destacando su color rojo carmesí contra el gris del suelo. El olor a metálico que emana consigue alcanzarle, y reprime una arcada.
-¿Pero qué se creen que es esto? ¿Saw? ¡Si nos vais a matar, hacedlo ya! ¿¡Me oís!? ¡Joder!
-Grabemos.
Él la mira, perplejo.
-¿De verdad quieres entrar en su juego?
-No nos queda otra. No vamos a estar peor a como ya estamos. No nos pueden tener aquí eternamente. Quizás nos saquen, o quizás no. Pero si tengo que elegir entre morir antes o después, prefiero luchar hasta el último momento.
Él la mira, y coloca la cámara.
-Mira que eres dramática a veces.
-¿Aunque la situación lo requiera?
-Aunque la situación lo requiera.
Y sonríen.
-¿Y qué excusa se supone que debemos poner?
Germán coge las dos sillas y las coloca delante del trípode. Mira a las tazas con repulsión.
-Supuestamente estamos en Málaga, e íbamos a ir al Animacomic. No creo que nos hayan trasladado fuera de la ciudad. Los suscriptores entenderán que nos hemos metido en cualquier cuartucho para grabar huyendo del ruido. Es imposible que sospechen nada. Ni ellos ni nadie.
Nana asiente seria mientras se abanica con la nota. Aunque no pretendan matarlos, con tal calor y sin agua ni comida, no cree que aguanten demasiado.
-Venga. Nos sabemos el programa de hoy de memoria, y se nos da bien improvisar. Podemos repetirlo las veces que haga falta. Grabamos eso y de vuelta a casa. Ya veremos lo que hacemos cuando terminemos.
-Sí… pero, ¿qué hago con la mano? No sé qué nos habrán hecho, pero me está matando.
-Mm… Mantenla quieta en la silla, tal cual. Nadie puede tener ni la mínima idea de lo que nos ha pasado.
Clic.
-¡Hola a todos, yo soy Nana!
-Hola, yo soy Germán.
-Estamos un día más en Rager Coffee.
-Y hoy, volvemos con Creepypastas, en este caso: ¿qué hay después de la muerte?
-Como podéis ver, no estamos en nuestra casa. No estamos en nuestros magníficos y cómodos sillones-. Nana roza la silla de metal- (Vaya mierda de sillas…) En fin, estamos en Málaga, como os dijimos nos hemos ido y…
-Como podéis ver, ¿no habéis reconocido Málaga?
Germán señala el techo del búnker con la mano derecha.
-Aquí está la playa, y por ahí veis las gaviotas volar…
-Sí, sí.
-Qué bonito Málaga.
Ríen.
-Estamos en Málaga, o eso nos han dicho los talibanes, que nos han metido en una furgoneta y ahora estamos aquí.
Nana suelta una carcajada. Como un soplo efímero de felicidad que le hace olvidar la oscuridad por un momento cuando no hay más luz que un tubo de neón colgado del techo.
-En fin, hemos tenido problemas técnicos, dejémoslo ahí, y hemos tenido que grabar en cualquier sitio. Sabemos que quizá el vídeo se suba algo tarde, pedimos muchísimas disculpas. Son problemas que de verdad se nos han ido un poco de las manos, pero al menos tenéis este vídeo, porque queríamos contaros un poco qué hay después de la muerte.
-Así que…
-¡Empezamos!
Germán apaga la cámara.
-¿Y ahora qué?
Los dos giran bruscamente la cabeza hacia la puerta. Alguien la está abriendo.
Dan un portazo. La luz los ciega, y en ese instante se sienten agarrar y cómo un pañuelo se les posa con fuerza sobre la boca. Sólo distinguen sombras a contraluz, y, de nuevo, oscuridad.
Jueves, 17 de julio de 2014
Nana se despierta con la frente empapada de sudor frío. Las pesadillas se han convertido en las dueñas de su noches desde hace días.
El sueño se repite en distintas versiones, pero siempre abarca el mismo tema. El favorito de su subconsciente es el búnker.
A veces soñaba que la información se encontraba bajo un chip en la piel de Germán, y no sólo tenía el brazo roto, sino que debía de cortárselo ella misma para sacarlo y por fin acabar con todo aquello. Otras veces, los mantenían encerrados durante días y días, agonizando, para sonsacarles la información.
La había estado torturando más su mente que los propios secuestradores.
A pesar de su imaginación desbocada y autodestructiva, no había ocurrido mucho más después de aquel día. Se encontraban a salvo de momento.
Despertaron en la casa de Germán, en el mimo sofá donde solían grabar últimamente, lo que los aterrorizó más todavía cuando tuvieron conciencia de sí mismos. Él tenía el brazo vendado. Sus secuestradores también les ahorraron la molestia de subir el vídeo que grabaron.
Aun así, apenas recordaban nada, y preferían no entrar en detalles, pero ambos coincidían en que no aguantarían mucho más.
Llaman a la puerta. Debe de ser Germán. ¿Quién más podría ser? Desde hace poco más de un año se han desconectado prácticamente del resto del mundo.
Abre la puerta.
-Tengo una idea.
Se dirigen al sofá.
-Hace poco hicimos un año en el canal. Además, ya casi hemos alcanzado los doscientos vídeos. Tenemos que hacer algo especial.
El cansancio consecuente de todas esas noches de miedo e insomnio, se transforma en furia, y Nana hace uso de las pocas fuerzas que le quedan para gritar.
-¡Pero cómo puedes pensar en grabar vídeos! Germán, hace menos de dos semanas nos secuestraron, y nos metieron en una caja de metal. A ti te partieron un brazo. ¡Nos están vigilando! ¡¡Nos trajeron a casa!! Han estado aquí, y quién sabe cuántas veces más lo han hecho. No me quedan fuerzas. No puedo seguir así, ni tú tampoco.
Germán comienza a susurrar.
Germán comienza a susurrar.
-Nana, ya lo sé. Pero te he dicho que tengo una idea que puede salvarnos. Puede acabar con todo esto, y con nosotros a salvo.
Ella lo mira como quien espera una mala noticia inevitable. Se ahoga en las falsas esperanzas.
-Elegiremos una fecha para hacer vídeos especiales. El especial doscientos. No es nada fuera de lo común, ¿no? Otros youtubers conmemoran con vídeos especiales el alcanzar cierto número de suscriptores. Bien…
Germán se levanta. Coge una libreta, un bolígrafo, y una manta. Vuelve a sentarse, y se cubren con ella por encima. Utiliza el móvil para alumbrar en la oscuridad.
-Pero qué…
-Sh.
Entonces comienza a escribir.
Pueden estar vigilándonos ahora mismo. No sé si con cámaras, pero con micrófonos probablemente sí. Esto es lo que vamos a hacer. Dedicaremos una semana a hacer todos los días un vídeo especial conmemorativo. De lunes a sábado. El último día será la clave.
Incluiremos en ese episodio de forma oculta todo lo que tuvimos que memorizar hace un año, pero que, si nuestros vigilantes lo ven, se darán cuenta de nuestra jugada. Ya no les interesará perseguirnos, pues el secreto pasará a formar parte de Internet. Y si aquellos quienes nos encomendaron la misión también nos vigilan de cerca, igualmente se percatarán de lo que hemos hecho, y antes de perseguirnos a nosotros, tendrán como prioridad cambiar todo el sistema de contraseñas y accesos antes de que sus rivales lo consigan. Esto nos libra a nosotros, pues no volverán a encomendarnos los nuevos datos que asignen. Pasará a alguna otra persona, quizás de la otra punta del mundo, al igual que a nosotros se nos asignó hace un año atrás, librando al inocente que los memorizó anteriormente. No se me ocurre nada más que pudiéramos hacer. También estoy agotado de todo esto.
Nana termina de leer, y sale cuidadosamente del refugio improvisado. Hace una bola de papel con el folio, lo deposita en un cenicero, y le prende fuego.
Mira a Germán fijamente a los ojos, que parecieran haberle robado parte de azul al cielo, traga saliva, y asiente.
Lunes, 4 de agosto de 2014
Clic.
-¡Hola a todos, yo soy Nana!
-Hola, yo soy Germán.
-¡Y estamos un día más en Rager Coffee!
-Bueno, y hoy es un día muy muy muy especial. “¿Por qué?” Diréis. ¿Alguna estrella de rock ha muerto por sobredosis? ¿Se ha muerto el Papa? ¿Algo así? ¡No, no, no! Muchísimo más importante.
Hoy empieza la semana especial 200 de Rager Coffee.
Martes, 5 de agosto de 2014
Nana observa el guión para el vídeo que se disponen a grabar. Hoy toca Creepypastas.
Está nerviosa. Sólo quedan cuatro días para que todo se acabe de una forma u otra.
Germán la mira.
-¿Lista?
-Sí.
Clic.
Sábado, 9 de agosto de 2014
Sólo falta darle a enviar.
La descripción, el título, todo está escrito y el vídeo bien editado.
El cursor parpadea en la pantalla, y ellos están inmóviles frente a ella.
Si realmente los observan en todo momento, ¿cuánto tardarían en llegar tras haberse dado cuenta de que el secreto que tanto codiciaban estaba a punto de ver visto por miles de personas?
Sólo falta darle a enviar.
El corazón se les sube a la garganta.
Aporrean la puerta.
¿Quién más podría ser sino ellos?
Los dos se abrazan.
Clic.
El vídeo está subido, y la puerta cae al suelo.